miércoles, agosto 17, 2005

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O quizas no, seguramente no.

Como una mañana normal, algo se desenvolvia como papel de caramelo dilatandose al sol. Un pegote en la esquina de peru y carlos calvo, señalaba que a pocas cuadras habia un colegio donde los niños concurrian mascando goma.

OLAPESI

A olapesi le gusta sacar la cabeza por la ventana del tren. La mantiene afuera largo tiempo hasta que ve acercarse una estacion o algun señalamiento, y asi como los caracoles con los ojos Olapesi esconde la cabeza. Le encanta que se le resequen los ojos despues de un tiempo para abrir y cerrarlos parpadeando convulsivamente, y mas que nada le gusta que, cuando mete la cabeza y mira a su alrededor, varios quieran hacer lo mismo.
Olapesi hoy se puso el sombrero de lana que le tejio su abuela cuando tenia 13 años. No llega muy bien a taparle las orejas y hasta casi queda como un bonete, pero el se niega a dejar de usarlo. Cada dos o tres minutos estira fuerte de los costados intentando taparse las orejas, y a veces tambien, lo estira de adelante tapandose la cara entera y la nariz. Olapesi juega a contar las manos que se cuelgan del pasamanos del tren. Las divide en sexo y color, cantidad de anillos. Las separa en su mente con un cuidado de florista. Cuando termina y el tren llega a otra estacion, el recuento empieza de vuelta. Le gusta imaginar que las manos son un poquito una parte del cuerpo autonoma, y que entonces las manos encontradas arriba se enamoran y se descarrilan de su amo para aplastarse en "accidentes".
Olapesi sabe que hace lo que le gusta. Cada vez que escupe al piso lo refriega hasta que desaparece. Levanta cartones del suelo y los apila cerca de algun tacho. Le gusta jugar a derretir plastico con calor, sin prenderlo fuego.

El tipo cruza la 9 de julio de un solo verde. Y eso no lo hace cualquiera.

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