miércoles, mayo 02, 2012

Fotos, dias y cosas XXV

5 y 20 de la tarde, de el 30 de abril de 2012. Cardo atardeciente en Campo Don Diego, Almeyra


Cae la tarde en el campo. Cae porque las horas se le van cayendo encima como una pila de cardos recién cortados, y se van secando tanto el cardo como las horas y solo queda una montaña de pasto seco que el viento y el medio ambiente hacen desaparecer fugitivamente. 
Cae la tarde y se me cae todo alderredor. Se caen los arboles que se contagian la tristeza del sauce llorón, y toda la pampa se vuelve un inmenso velorio feliz. El viento susurra un reggae triston, y hay tambores que suenan desde alguna urbe cercana. 
Muere la tarde y quiere morir el sol. O quizás es al sol al que lo obligan a morir
y la tarde no termina hasta que uno lo diga, la tarde es refugiarse en la galería
y prender la tenue luz de posición, la tortuga añeja y oxidada, 
entrar a la casa y prender todo porque la tarde se hace yerba y agua y bombilla 
que solo que tiende el corto recorrido hacia la noche, 
y guardar de alguna manera un pedacito de sol en el comedor de la casa
durante la cena. Primero es la hornaya encendida, dejando el calor del sol
en un plato de polenta
y después la cena se apaga, la cocina, el sol de la tarde y el día que fui 
se niegan a morir en la luz de un escritorio prendida
en la cabeza gacha que esconde entre letras circulares 
que repiten y repiten siempre lo mismo
en un shroeder que busca su paz interior. 
Finalmente, el sol se niega a morir en la cama 
y cuelga de un costado del techo
buscando iluminar las letras ajenas
de alguien que no hace mas que repetir
y hacer rodar, desde hace tiempo
la misma rueda de emociones que voy surfeando en esta tarde de abril. 

Se vuelva hasta el viento en este día de abril. Yo por ahora corro como un idiota, rogando que pronto me alce el viento englobando mis alas rotas, de esta pluma barata que conseguí en liquidación. 


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