Afrontar el desierto de todo, todo lo que es la vida después de los 30 es difícil sin pensar en tu mano. Es difícil sin pensar en ese pajaro con forma de bote, en esa luna de brujula que es tu sonrisa azarosa, en esa sonrisa como carta de presentacion y de despedida.
Afrontar un viaje con tu mano también es mas fácil. Se que los libros y letras de mis viajes solitarios moriran en mi memoria o en la biblioteca de algún amigo conocido. Que los viajes solitarios son y serán una constante en la vía, en el costado del camino, y que no hice nada hasta ahora, digno de merecer el recuerdo del colectivo.
Pero aquí va lo digno, feliz y trascendente: Ser feliz a tu lado sin dejar de ser feliz a mi lado, sin dejar ese pedacito de bosque personal, ese ambito extraño donde yo solo me puedo llevar bien con yo, ese lugar donde no me idolatro, pero donde como un espejo mi imagen se refleja en una extraña laguna y no hay desacuerdos. Si estoy triste estamos tristes, si bajo la mano el baja la mano, si grito el grita, si corro el corre.
Ser feliz a tu lado es encontrar todo eso por lo que nos podemos hacer bien, dejando atrás todo por lo que nos podemos hacer mal. Disfrutar de cada momento no como si fuera ultimo, pero si único, pensando en que si la alegría de compartir durara uno o mil años; cada recuerdo bien guardado, cada desierto caminado de la mano, cada lluvia de la que hayamos salido empapados, valio la vida que llevo dentro de cada momento.
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